domingo, 30 de septiembre de 2007

Una red de cantos ígneos


Amar es descubrimiento, es atreverse y navegar sin miedo, es duende al atardecer y disonancia que enorgullece la danza de luces del alba, es viaje al absurdo y vuelta con toda la sabiduría que ahí habita, es especia y dilatación de propósitos, esfera triangular y constancia fragmentada en la que cada pedazo quema en cada costado a los demás pedazos, una red de cantos ígneos que trata de ser un universo nuevo que brinda su propio fracaso y fragilidad...

es un sueño y un extramundo, una amplitud y un enfoque, es más y es menos y reclama que se tiren abajo fronteras y barreras y claro, en su infinita paciencia, padece en lo más común una impaciencia tan productiva-comunicativa como peligrosa-viciosa : es la ley del más bondadoso, donde el ser humano intenta encontrar la parte más generosa de su vida interior, a la vez que intenta alimentarse consumiendo contactos exteriores...

Nos preguntamos ante la fuerza del concepto de un amor comprensivo, íntegro, duradero [onsra: 'amar por última vez', del idioma boro, de Bangladesh]:

¿QUÉ ES EL AMOR?

Se trata de una duda filosófica que nos llega desde los tiempos más antiguos, y un asunto que el ser humano posmoderno suele tocar cada día, queriendo o no. Planteamos la idea de que el amor es algo que nos tienta, que nos sugiere que la vida pueda tener algún sentido concreto, que un proyecto de vida sea no sólo posible sino innegablemente necesario.

Desde esa mirada, el amor es tanto una mitología como una tentación, y se vive, a su manera, entre una persona y sus seres queridos, de la manera que les convenga. ¿Qué sabiduría se nos queda de las escrituras, los proverbios, y las poesías antiguas? ¿Qué esperanza hay en cada paso hacia el amor más auténtico, que solemos pensar que buscamos, de que lleguemos a comprenderlo, vivirlo, y emitirlo?

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